Río Cochancay |
La idea de un viaje en familia de ida y regreso un domingo para muchos
sonará absurdo, la mayoría piensa que si no es a la playa para qué salir de
casa, pero una travesía, la curiosidad, y el simple gusto de recorrer las vías del Ecuador y observar lo esplendoroso de sus
paisajes, impulsó a la familia Moncayo Morales a recorrer 66 km en la ruta E40. Durante 55 minutos exactos hasta llegar
al cantón La Troncal, provincia de Cañar.
Como punto de partida la familia Moncayo se dirigió a la casa de Don Óscar Duque, donde de poco a poco
llegaba cada integrante de esta aventura, familiares o amigos, quiénes se habían
apuntado a esta expedición, muchos con incertidumbre del lugar que se iba a
escoger, empezaron a buscar en google maps, pero la decisión ya estaba tomada.
El inicio fue en el norte de la ciudad (Guayacanes), cada familia llevó su
auto y los que llegaron en bus se acomodaron donde pudieron, incomodando a más
de uno, pero con la alegría de la experiencia de un viaje en familia. La ruta a
seguir fue la Autopista “Terminal Terrestre Pascuales”que los llevaba directo
al puente de la Unidad Nacional.
El reloj marcaba las 9 de la mañana y ya asomaban los primeros panoramas
con la verdosa vegetación, árboles de mango y los cultivos de arroz,una ligera
llovizna dificultaba la visión que evitaba apreciar en su máxima visibilidad el
paisaje. Cada familia llevó una buena dotación de alimentos para los pequeños,
sin embargo más de una vez paraban para disfrutar de los manjares que se
presentaban en el camino, frutas, el tradicional “Come y Bebe”, tortillas de
maíz.
Llegaron a la parada final, La Troncal, el río Cochancay con una
temperatura no muy agradable para los costeños, agua fría y como caracteriza a
los ríos de la sierra de piedras redondas, corrientoso y por las lluvias de
aguas turbias debido al lodo que desciende de las montañas, los menores de la
familia fueron los primeros en bajarse
despreocupados de la llovizna, del lodo y de lo resbaloso de las piedras,
cuando se dieron cuenta ya más tranquilos y con asientos en mano,se instalaron
en la orilla y asimilaron lo que otorgaba la naturaleza, acompañados por unas
deliciosas empanadas y el popular maduro con queso que se expendían en los
quioscos cerca del lugar.
La tranquilidad, escuchar el fluir del agua y sus golpes sobre la rocas
hizo que intrépidos bajen y con agua en las pantorrillas se laven las manos
como saludando la vertiente helada. Además colonos de la zona se acercaron con
la amabilidad del caso para hacerles saber que aunque la causal del rio estaba
serena había que tener cuidado de resbalarse pues más adelante el río era
peligroso y sus corrientes habían cobrado ya varios susto entre colonos y
visitantes.
La aventura se complementó y dio carta abierta a la diversión cuando los
niños gritaron ¡Oro! Apresurados toda la
familia corrió a la orilla del río y otros incrédulos se reían, pero era verdad
pequeños partículas de oro se denotaban entre la arena y al introducir las
manos en el agua lo extraían del fondo mezclado con pequeñas rocas, un vendedor
de maduro lampreado aseveró dicha observación, comentando que hace muchos años
se explotaban las minas pero poco a poco la extracción en la zona se ha ido
perdiendo.
Ruta este 40 vía a La Troncal |
Lo que antes fue llovizna, se convirtió en un sol radiante mientras
llegaba la tarde, y con el aroma de delicias en el aire, todos estaban
dispuestos a querer degustar de la gastronomía. Piqueos como maduro con queso, chuzos,
papa rellena hasta el fabuloso asado de costilla de res, de cerdo y las carnes
ahumadas que después de asarse lleva un gusto jamonado y exquisito a cualquier
paladar.
Son muchos más los atractivos y recuerdos que se pueden llevar de La
troncal. Las ofertas turísticas, la sencillez del colono, su impulso por
mejorar, contemplar la cordillera, fauna
y flora de la región y sobre todo un domingo
en familia espectacular a solo 50 minutos de nuestra hermosa ciudad de
Guayaquil.
Por: Pedro Moncayo Asencio
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