viernes, 20 de diciembre de 2013

Don Ambrosio y su historia de San Biritute

Ambrosio Tigrero Gonzabay es el último testigo vivo del rapto del dios de la fertilidad y el amor.
Sentado junto a la ventana de su humilde vivienda en la comuna Sacachún, a 50 kilómetros de la autopista Guayaquil-Santa Elena, está don Ambrosio Tigrero Gonzabay, de 86 años. Con su mente un poco gastada recuerda el día que raptaron a San Biritute, un monolito denominado como el dios de la fertilidad y el amor.
Su nieto Juan García Tigrero, explica que Don Ambrosio formó parte del grupo que cuidaba a San Biritute. “Mi abuelito conoce muy bien la historia porque él la vivió en carne propia”.
Asimismo su hija Antonia, detalla que su padre siempre ha contado la historia, pues todos en el pueblo lo conocen por aquello. “Mi papá es tan conocido por esta leyenda que muchos turistas y visitantes lo buscan para escucharlo”.
Don Ambrosio, cuenta que cuando tenía 22 años de edad, un 30 de septiembre de 1949, el pueblo celebraba las fiestas de San Jerónimo. En pleno festejo, lleno de algarabía y gozo la comuna recibió la desagradable visita de militares provenientes de la ciudad de Guayaquil, que arribaron  con el objetivo de llevarse el monolito.
“Ellos dijeron que se lo llevarían a un museo para que esté mejor cuidado, pues constituía  una pieza arqueológica valiosa, pero nunca entendimos por qué, ya que en la comuna estaba muy bien tratado”, expresa Tigrero.
Toda la gente del lugar  se preocupó al no saber con exactitud a dónde se llevarían a su más preciado tesoro, puesto que la escultura -según sus creencias- poseía el don de hacer llover y, por lo tanto, obtener buenos sembríos en el sector, cuyas tierras anteriormente eran infértiles.
Los comuneros dejaron la fiesta y trataron de pelear para evitar que se llevaran la escultura, pero  su esfuerzo fue imposible. No obstante a su requerimiento por saber dónde se llevarían a San Biritute, Ambrosio detalla que los militares ofrecieron llevar a Guayaquil a dos personas del pueblo para que vieran dónde reposaría el monolito.
“Apenas comentaron que llevarían a dos personas mi padre me dijo que vaya. Yo le dije que no porque estaba bebiendo con unos amigos, pero me molestó tanto que decidí ir”, explica.
Ambrosio, junto a su amigo Anastasio Ramírez, quien ya falleció hace 3 años, no se hizo de rogar más y partieron con los militares en un camión para ser testigos de la salida de San Biritute. “Nos fuimos los dos porque éramos las personas en quienes más confiaba el pueblo”, enfatiza.
El camino era largo y dificultoso. Lleno de rocas y sin alumbrado público, Ambrosio y Anastasio iban junto al dios de la fertilidad y los militares camino a la calle principal para dirigirse luego a Guayaquil.
Pero en medio de la carretera angosta y difícil de transitar, el camión paró la marcha para dejar botados en media vía a los dos comuneros.
“Nos dijeron que nos bajáramos, nos tiraron al piso y ahí nos dejaron botados. Ellos se fueron a toda velocidad llevándose a San Biritute sin nuestro consentimiento”, asevera Ambrosio.
Fue así como los comuneros declararon a la salida del monolito como un rapto, pues con mentiras y engaños despojaron de su pueblo a la escultura que ellos adoraban.
Ambrosio y su amigo quedaron en medio de la oscuridad, sin comida y sin dinero. Tuvieron que llegar a su comuna a pie, debido que por el sector no había buses. “Fue un mal momento, nos dejaron botados, sin nada, lo único que nos quedó es llegar a casa por nuestros medios y contarles a nuestras familias lo que nos había pasado”, dice.
Desde esa fecha el pueblo de Sacachún entró en miseria. No llovía, los animales se morían y las plantas no daban fruto. Era un pueblo totalmente abandonado, manifiesta.
Asimismo, cuenta que no volvieron a saber más de San Biritute hasta que supieron que se encontraba en un museo de Guayaquil. Fue en aquel momento cuando los comuneros se unieron e iniciaron los reclamos y el pedido de ayuda para que el dios de la fertilidad regresara a su natal comuna.
Tuvieron que pasar 62 años para que el monolito retornara al pueblo, luego de que el Ministerio Coordinador de Patrimonio ejecutara la resolución de su devolución.
“Lo mejor que pudo haber pasado en Sacachún es que San Biritute haya regresado, ya que después de ello volvió a llover. El comercio y la economía mejoraron”, puntualiza Ambrosio.
Creencias sobre el dios de la fertilidad
San Biritute proviene de la palabra en latín Virtutis, que significa masculinidad, y es una figura que mide 2,35 metros de alto.
Según Tigrero, el monolito era capaz de dar hijos a las parejas que no podían hacerlo; para ello la mujer tenía que sobarse desnuda a las 00:00, para luego ir a tener relaciones con su esposo. “Esa era la única manera en la que San Biritute cumplía el milagro”, manifiesta.
Y para que hiciera llover, el monolito era castigado con varios correazos por parte de los comuneros que le pedían el fortalecimiento de sus sembríos.
San Biritute fue hallado por los comuneros de Sacachún en el cerro Las Negras, ubicado en el mismo sector. No se sabe con exactitud en qué año.


Por: Cinthia Herrera 

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